José Ignacio Carnero (Portugalete, 1986) es un tipo normal al que le encanta ir al cine de vez en cuando o disfrutar de una copa de vino con amigos. Sin embargo, en ciertas ocasiones, es capaz de abandonar su vida urbana para convertirse en uno de los escritores más en boga del momento. Algo así como un Clark Kent de las letras. Este abogado de profesión y escritor por vocación publicó, en 2019, su primera obra Ama y a principios de este año se editó su segunda novela, Hombres que caminan solos. Esta mañana, José Ignacio Carnero, ha estado en las bodegas de Jean Leon para hablarnos sobre esta convivencia entre sus dos pasiones, la pandemia y el arte de saber escribir bien.
¿Cómo empezaste a escribir?
Desde siempre. Imagino que desde niño. De un modo muy rudimentario, ya contaba mis cosas. Trataba de explicar mi mundo y todo lo que no comprendía.
¿Tu vida personal ha influido en tu escritura?
En mi trabajo hago lo mismo… Escribo. Escribo demandas, recursos, contratos… Aunque en el tema legal, la precisión es absoluta, el paralelismo con la escritura también está. El derecho es contar una historia a una persona que no sabe nada de esa cuestión en concreto, que es el juez.
¿Al revés? ¿Tu vida de escritor ha influido en tu vida laboral?
La parte estética de la literatura, la parte más barroca, no puede estar en el derecho. Hay que ser absolutamente preciso y exacto. Aunque esa exactitud también puede estar en la literatura. De hecho, es un mérito poder ser exacto. Cuando leemos a Delibes o a Pla… ¡Son exactos! ¡Encuentran el adjetivo perfecto!

¿Es más fácil escribir sobre temas tristes?
La tristeza desde luego es más fértil que la alegría en la literatura. La alegría, donde encuentra su hogar, es en la vida vivida. La nostalgia, la melancolía, la tristeza son fértiles en la literatura y en el arte, en parte, porque nos hablan del pasado o del futuro.. pero nunca es algo vivido.
¿Hay más reflexión gracias a la pandemia?
Yo creo que la pandemia nos ha parado en seco. Nos ha permitido reflexionar mucho. Nos ha obligado a mirar hacia dentro, parar a pensar y quedarnos en nuestras casas mirándonos a nosotros mismos… Si hemos podido hacer eso es porque en el fondo somos privilegiados.
¿Qué hay que hacer para escribir bien?
Escribir hay mucha gente que escribe bien… Básicamente se trata de tener una mirada propia y singular y reconocible.

Pequeñas degustaciones
¿Cuál es el mejor momento para tomar una copa de vino?
Para mí el mejor momento para tomar una copa de vino es el atardecer o la noche. Ese momento en el que buscamos ese desconectar del día a día.
¿Una canción para degustar vino?
Habría que decir jazz o música clásica pero realmente me parece tan obvio y tan mentira… A mi me gusta mucho la música y diferentes estilos. Yo diría que cualquiera.
¿Un libro para degustar vino?
Poesía. El vino conlleva lentitud y la poesía se tiene que leer despacio.
¿Un rincón en el que te perderías?
No soy un fanático de la playa pero ahora me están entrando ganas… Alguna isla, Koh Tao, en Tailandia.
¿En que te reencarías?
En mi mismo para hacerlo mejor.
¿Si pudieras tomarte una copa de vino con alguien, cualquiera, con quien seria?
Con alguien del futuro. Con alguien del futuro que viva dentro de mil o quinientos años puedo preguntarle cosas que no sé.
¿Qué te gusta hacer en tu tiempo libre?
Muy sencillo: leer, escribir, viajar e ir al cine…
¿Un defecto y una virtud?
El defecto es la impaciencia. La virtud… Es muy malo hablar bien de uno mismo. Yo creo que soy de fiar.
¿De pequeño qué querías ser?
Futbolista.
¿Y de mayor?
Cuantos más años cumplo, aspiro a cosas más sencillas: estar tranquilo, ser feliz y disfrutar… Ya no quiero ser futbolista ni escritor, quiero disfrutar de la vida.