Pepe Serra (Barcelona 1969) es el director del Museo Nacional de Arte de Cataluña y antiguo director del Museo Picasso de Barcelona. Su larga trayectoria en el mundo del arte le aporta mucho criterio para opinar de manera asertiva y directa acerca del futuro de la cultura. A pesar de ser una persona tremendamente activa es capaz de sintetizar, en pocas palabras, problemas muy latentes en la sociedad actual. Sin cultura, somos menos libres.
¿Qué significa para ti el arte y la cultura?
Yo creo que significa todo. Es lo que nos distingue de las otras especies animales. La capacidad de crear, de interrogarnos sobre nosotros mismos, hacernos preguntas… Es lo que nos explica lo que hemos hecho y lo que haremos. Para mí es inseparable del mismo hecho de vivir.
¿Por qué quisiste dedicarte al arte?
Estaba a punto de acabar derecho. Estudié por inercia -para mi era una carrera aburridísima- pero al final acabé historia del arte. La culpa de todo la tiene un tío abuelo mío, Eudald Serra. Un artista bastante conocido de los años treinta. Era un escultor que se fue al Japón y se acabó quedando 15 años. Se casó, tuvo una hija, participó en la guerra, volvió…
Es un señor que se ha pasado la vida dando la vuelta al mundo. Yo lo conocí mucho y trabajé en su taller. En un momento dado, me vi a punto de trabajar en cosas de derecho que eran muy aburridas para mí. Decidí que quería trabajar en lo que me gustaba: ver el mundo, viajar, disfrutar del arte… Planté una carrera por otra y ¡suerte que lo hice a tiempo! No hay nada como equivocarse si después te das cuenta de que te has equivocado.
“No hay nada como equivocarse si después te das cuenta de que te has equivocado”
¿Fue difícil el cambio?
Cuando tienes 21 años no tienes miedo de nada. Son unos años en los que viaje mucho. Me iba 3 o 4 meses de viaje. Pakistán, la India, China, América…
¿Cuál es el espíritu del MNAC?
El MNAC tiene una colección extraordinaria y, en algunas facetas, es un museo único en el mundo. El espíritu del museo es sobre todo la idea de servicio. Lo que estamos intentando es hacer entender que este es un sitio para todos. A mi me gusta hablar del museo como una gran biblioteca. Somos una biblioteca de imágenes que todo el mundo puede utilizar para sus propios intereses. Al final, la idea es la de ser una gran plaza pública donde la gente se encuentra y disfruta de un contenido que sobrevive y tiene capacidad universal. Es un espacio crítico y no una especie de aleccionador paternalista en la que nosotros decimos a la gente lo que ha de mirar. Eso se ha acabado, afortunadamente.
“Los museos son una biblioteca de imágenes”
Y, ahora ¿crees que tenemos una cultura realmente pública y accesible?
Es un proceso de cambio que muchos museos están haciendo. Entender que la comunicación no es del museo hacia el visitante. Es, más bien, entre el museo y el visitante e incluso entre los propios visitantes. Si vienes al museo con 10 preguntas y sales con 20, hemos triunfado. El museo debería tener la capacidad de interrogarnos, de emocionarnos, de hacernos disfrutar, de llorar, de reír….
“No hace falta saber de arte para ir al museo”
Hemos de romper una barrera social que hay sobre el miedo a ir al museo. La gente nunca dirá: “no voy al cine porque no se de cine”. No hace falta saber de arte para ir al museo. Simplemente hace falta ir con una predisposición a evocar tus emociones, tus intereses y de ver como la obra te lo devuelve y te los rebota. Suscitar a un público un poco más valiente y maduro nos costará un tiempo, pero el museo ha de ser eso.

¿Cómo crees que ha afectado la pandemia a los museos?
Mucho. Es un impacto muy fuerte. Aunque la pandemia no ha traído nada nuevo, simplemente ha acelerado debates que ya estaban. Por ejemplo, la proximidad de los museos. Para mí, los espacios culturales que no se relacionen con el entorno local tendrán, en el futuro, poco sentido. Nosotros tenemos un 50% de público local. No está mal, teniendo en cuenta que hay muchos museos de Barcelona que tienen un 3% de público local. Evidentemente, eso no es un museo arraigado a la sociedad en la que trabaja.
Otro debate, la necesidad de transformarse digitalmente. Si, a día de hoy, organizamos desde el museo una conferencia, nos encontramos que presencialmente, vendrán unas 100 personas y, virtualmente, también se apuntarán 300 usuarios más de diferentes partes del mundo. ¡Tenemos una gran oportunidad para acercar contenido de valor a todos!
Indudablemente, también ha tenido un impacto económico enorme. Los ingresos han desaparecido y se ha puesto de relieve que el modelo de financiamiento de nuestros museos públicos es muy precario. Quizás sería un momento muy interesante para definir si somos un servicio público como las escuelas o los hospitales. Es un buen momento para hacerse esta pregunta.
“Llevo mucho tiempo diciendo que la entrada a los museos debe ser gratuita”
¿Crees que llegaremos a ese escenario?
El debate está, es algo inevitable. Llevo mucho tiempo diciendo que la entrada a los museos debe ser gratuita. ¿Por qué se ha de pagar por ir al museo si por la biblioteca no se paga? Si queremos que la ciudadanía sienta la cultura como algo propio, hemos de poner facilidades. Nosotros, los museos, hemos de prestar servicio, no ingresar dinero.
De cara a los visitantes, ¿crees que los museos tienen una misión curativa?
Tenía un amigo que dirigió durante muchos años el museo del Prado que decía que los museos son hospitales del alma. Estoy muy de acuerdo con esta frase. El museo es un espacio tranquilo, relajado, amplio, con orden, donde puedes pasear, aprender… Las obras de arte tienen una capacidad importante para abstraerte de la realidad.
Creo que hay un efecto terapéutico en los museos. De hecho, actualmente existen hospitales que ya están utilizando los museos como parte de su terapia de recuperación de sus pacientes. Sin caer en la palabrería sensiblera y las pseudoterapias, creo que los museos tienen una capacidad especial para restablecer el equilibrio y los ánimos… Estoy seguro. A mí me pasa mucho.
¿Qué papel crees que tienen los museos en la sociedad actualmente y cuál crees que debería ser su papel en el futuro?
Debería ser un sitio que pudiera responder a las preguntas de su tiempo y que, a la vez, socialmente estuviera muy legitimado. Si mañana cierras una biblioteca de barrio, los vecinos saldrán a cortar la calle. En cambio, si cierras un museo y los vecinos no salen a la calle, es sinónimo de que algo no funciona bien. El museo ha de ocupar un sitio en la sociedad como el que ahora lo ocupan otros servicios públicos. Si no, corremos el riesgo de acabar convirtiéndonos en un almacén que guarda cosas muy bonitas.
“Los museos corremos el riesgo de acabar convirtiéndonos en un almacén que guarda cosas muy bonitas”
En este sentido, ¿qué papel juega la administración y los gobiernos?
¿Se lo creen o no se lo creen? Lo que no podemos hacer es estar diciendo que la cultura es esencial y destinar una parte tan pequeña del presupuesto… Si la cultura ocupa un rol de empoderamiento para la gente, hay que invertir en la creación cultural. La administración lo que ha de hacer es trabajar para que toda la sociedad acceda a ella. De momento, es muy incoherente con la importancia simbólica que le da respecto a la importancia real que le otorga en temas de recursos.
“La administración, de momento, es muy incoherente con la cultura”

¿Cuál es la solución a este tema?
Depende del país. Si te vas a Francia, verás que la cultura es primordial. Te pongo un ejemplo muy materialista, cualquier pago que se haga en Francia a una institución cultural desgrava del 60% hasta el 90%. En España la cultura de la filantropía y mecenazgo no están incentivadas. En Dinamarca, en el Louisiana Museum verás que toda la ciudad participa del museo.
Cuando llegues a Copenhague, lo primero que harán los vecinos de la zona será decirte: “¿has visto mi museo? Ven que te enseño mi museo, porque estoy orgulloso de mi museo”. Estos vínculos se crean a base de años y trabajo. De poner a las instituciones culturales en el centro y dotarlas de recursos para que sean sitios de excelencia.
¿Es un tema de subvenciones?
La idea de la subvención cultural es muy perversa. Tiene más subvención la naranja, la pera o la fabricación de coches que la cultura. El problema es que la cultura no produce dinero. Pero sí produce riqueza social. Gente empoderada y con criterio. Tienes que creer en la cultura y protegerla. No subvencionarla, sino darle los medios para que pueda crecer.
¿Crees que los jóvenes van al museo menos que antes?
Antes iban poco y ahora van menos. Es culpa de los museos. Tenemos que hablar y provocar debate sobre cuestiones que son relevantes hoy. Los jóvenes estarán en el museo si los temas de los que se hablan los museos son interesantes para ellos. Lo que no podemos pedirles es que se interesen por un tema irrelevante del siglo XI. No es verdad que a los jóvenes no les interese nada. ¡Les interesan millones de cosas! Lo que no les interesa es que les den lecciones desde una especie de púlpito académico.
¿Existe relación entre arte y vino?
Mucha. El vino es una expresión de la creación humana. Tiene un proceso de creación extraordinario e incontrolable… ¡Como el arte! Está muy asociado al hecho cultural. En el mediterráneo, por ejemplo, sin el vino hay muchas cosas que no podrías explicar. Es una parte definitoria de nosotros y de nuestro paisaje. Lo veo muy ligado.
Pequeñas degustaciones
¿Cuál es el mejor momento para tomar una copa de vino?
Te diría muchos. Te diría antes de cenar.
¿Una canción para degustar vino?
Antes venía en el coche escuchando Leonard Cohen Closing time. ¡Perfecta!
¿Un rincón en el que te perderías?
Millones. Ciutadella.
¿En qué te reencarnas?
En un tigre. Me fascinan los tigres
¿Qué te gusta hacer en tu tiempo libre?
Tengo muy poco. Leer, cocinar, pasear… Soy muy movido y me interesa casi todo. Lo que no tengo es tiempo libre.
¿Un defecto y una virtud?
Defectos muchos. Soy muy impaciente y desordenado. Como virtud, soy muy tozudo. No me desanimo casi nunca.
¿De pequeño qué querías ser?
De pequeño quería seguir siendo pequeño. Estoy segurísimo. Nunca lo había pensado, pero estoy seguro.
¿Y de mayor?
Tengo un hijo que de pequeño decía que quería ser jubilado. Ahora, la sensación que tengo es que lo que me gustaría es estar con mi copa de vino, un buen libro y bajo la sombra de una higuera. Quiero ser eso. No sé si decir jubilado o descomprimido.